Por: Matt Hall
Traducida por: Viridiana Meza
Esta semana, echamos un vistazo hacia la oficina de Kayla Paulk, una acompañante e instructora en el Departamento de Música.
Paulk sirve como entrenadora vocal y acompañante a todos los coristas de la Universidad del Este de Nuevo México [ENMU].
Ella es una acompañante de tiempo-completo para el Departamento de Música tocando en casi todos los recitales de estudiantes y profesores.
Ella también es una profesora de seminario de primer año, especialmente enfocándose en esos estudiantes que buscan graduarse en vocales.
Paulk es una mujer muy ocupada pero ella tiene un gran corazón para sus estudiantes.
El cariño para sus estudiantes podría explicar la pata parada en la ventana de Paulk.
“Hailey Vanderwiele, una de nuestras estudiantes de último año hizo un proyecto donde tomo partes de su carrera en Español y su carrera en música y los puso juntos en un programa de baile y canto en el cual hablo de los problemas de inmigración” dijo Paulk.
“Porque trabajo tan duro en el e hizo un gran trabajo, yo compre la piñata de burro. Nunca tuve una antes, pero la rellene de dulces y la colgué de un árbol.”
Vanderwiele le rompió la cabeza a la piñata en su primer golpe.
“La íbamos a dejar allí, pero alguien vino y la quito y lo único que quedo fue la pata,” dijo Paulk riendo. “La tengo como recuerdo de esa vez. Me hace sonreír. Me recuerda a Hailey.”
Ala izquierda de la pata de la piñata, hay una gran flor de girasol.
“Mi gran amiga, Dr. [Kimberly] Gelbwasser, ella enseña voces aquí. Ella me la dio para mi cumpleaños,” dijo Paulk. “Este verano, ella me la trajo y me dijo que ella sabía que me gustaba el color amarillo y que me gustaban los girasoles. Pensé que no había mejor lugar que allí, puesto que mi color favorito es el amarillo.”
El gran, y hermoso girasol no es el único color en la oficina de Paulk. Ella también tiene un ramo de rosas de metal, un regalo de San Valentín de su esposo.
“[Dr. Jason Paulk] las martillo de una pieza de acero recto,” dijo ella, “y me hizo una docena de rosas para mí, y las pinto y todo y las puso en la cocina.
El trabajo de Jason Paulk fue tan convincente que Kayla Paulk pensó que eran rosas de verdad.
“Camine y las vi y dije, ‘Oh, son hermosas’” dijo ella. “Me acerque para olerlas y olían a pintura, entonces el se rio. El dijo ‘Debo haber echo en buen trabajo, porque se miran tan real que te acercaste a olerlas.”